En plena mañana, Lanata encendió cuatro cigarros en 30 minutos, escribió en la PC, armó su agenda informativa, habló de su pasión por la escritura, y en particular de su libro, Muertos de amor, novela que trata sobre un fallido intento revolucionario de guerrilleros guevaristas en la selva de Salta. Además, entre pitada y pitada, aceptó desmenuzar la actualidad de su país, y esa extraña relación que mantiene con Uruguay tras su corto pasaje por la televisión.
Lanata muerto de amor
-¿Cómo nació este libro?
-Es una historia rara, porque me la contaron hace 20 años. Cuando me la comentaron no lo hicieron con detalle. Simplemente me dijeron que había unos tipos guerrilleros que estaban en la selva de Salta que nunca entraron en combate y que tuvieron dos muertos porque los habían fusilado ellos. Es muy fuerte; siempre me quedó pendiente y dije que alguna vez lo iba a escribir. Un día, en la red, encontré a Héctor Joube, que había estado ahí. A partir de esa nota empezó un debate entre intelectuales de Córdoba sobre el tema de los fusilamientos y Joube se criticaba por los auto fusilamientos. Después de eso fui a Córdoba a hablar con él y, luego, viajé a Salta. Conseguí un helicóptero de Gendarmería y llegué al lugar de los hechos, que es impactante. Es una selva cerrada que sorprende. Ahí me encontré con los soldados que detuvieron a los revolucionarios, viejitos que están retirados. Después vi la causa judicial, el expediente y como quedaron libres durante la dinastía de Cámpora. Todo lo que está en el libro es cierto.
-Según dijo, uno de los motivos por los que lo escribió fue un debate que tuvo con Saramago.
-El libro tiene contenido político y generará debate. Se está dando pero es lo que menos me importa. Me interesa más desde el punto de vista literario. Si hablás desde lo político sería un lío, porque se deben hacer aclaraciones. A saber: no es un resumen de la violencia política en Argentina en los `70. No dice que todo fue así; sólo se limita a relatar un hecho. Así, una generación que no estuvo ahí, puede hablar de eso. Yo tenía 10 años cuando esa historia llegó a su final, y apenas 4 cuando se inició. Mi visión es crítica hacia el uso de violencia, y la hubiera tenido en esa época. Una historia que no es contada por los protagonistas puede tener más equilibrio. Lo que había leído había sido narrado por militares que terminaron asesinando o torturando, o por los propios guerrilleros. Si hay algo que caracteriza esta historia es la fuerza metafórica que tiene porque, de algún modo, esperando a Godot en el medio de la selva, es donde se matan entre ellos.
-¿Lo de Saramago incidió?
-Una vez estábamos cenando, y quise hacerle entender porqué nos habían mentido. No sabés como se puso, pero a la larga lo reconoció. De chico, cuando se leía poesía de Neruda u Oda a Stalin, estábamos en problemas. Había algo mal y no lo advertimos. Justificar las muertes está mal, mas allá de la ideología. Bastante muerte hubo. Aún creo que los milicos deben ir presos, siempre luché por eso. Pero matar a Videla no arregla nada. Este libro puede ser un puntapié de debate. Sería interesante que se dé en este momento porque hay una impronta de esa generación en el gobierno. Más allá de que el supuesto pasado montonero de Kirchner sea mentira y que su interés por los derechos humanos sea reciente. Nunca lo tuvo como gobernador o intendente. El libro se entronca por ese lado.
-¿El gobierno de izquierda uruguayo es distinto al argentino?
-La izquierda uruguaya es medio vieja. Necesita un recambio generacional; me da la sensación que los líderes están grandes y tendría que haber mas fuerza de abajo hacia arriba. Los partidos tradicionales son parte del sistema como los peronistas o radicales en Argentina. Sinceramente, esperaba más de Tabaré. Sus errores forman parte de un concepto viejo de la izquierda. Muy burocrático. Ademas, me parece que hay síntomas que son propios de Uruguay que lo hace un país difícil de gobernar. Por ejemplo, no existe el sentido de competencia. A nivel del empleado público está eso de que da lo mismo laburar bien que mal. En Argentina, más allá de sus graves problemas, hay sentido de la competencia.
-Se lo criticó porque en el programa mostraba desconocimiento de Uruguay, al ser argentino.
-Me parece muy injusto que lo digan y más en Uruguay, que ha expulsado a su gente. Entonces, ¿criticar a un tipo porque no es de ahí? Me parece de cuarta. Argentina está lleno de uruguayos y en la vida discriminamos. Si vas a laburar en forma honesta me parece bien, sea del país que sea. Que critiquen a un tipo por ser extranjero me parece una estupidez y miserable. Otra cosa: estaba muy informado de lo que pasaba. Mi equipo era uruguayo y viví en contacto con ellos. Sabía bien de lo que hablaba. Podía equivocarme al pronunciar un barrio porque no soy taxista de Montevideo. Pero cuando me refería a Casal o Barbato no estaba equivocado. Si le hubiéramos errado todavía estaríamos al aire.
-Estuvo en el corte de ruta de Gualeguaychú.
-Estuve en una asamblea. La situación se fue de las manos. El gobierno argentino los usó de manera irresponsable. Kirchner habló en el Corsódromo, con su gabinete y gobernadores, pero después los dejó (a los ambientalistas) bicicleteando en el aire. Además, como están las cosas, la asamblea no ayuda en la negociación. Los tipos tendrían que levantar los cortes para llegar a una solución. Hasta desde lo gremial no está bien, porque no se negocia en medio de una huelga. Hay otro aspecto: si el fallo de La Haya es adverso, que es probable, te aseguro que la asamblea no lo reconocerá y eso sí está mal. Porque si se va a un arbitraje se debe aceptar. Si no, no vayas.
Uruguay también estuvo mal, porque manejó con liviandad el tema. Avisaron, pero no hablaron demasiado y actuaron con el hecho consumado. Como política no está bien. Se debe crear una comisión seria de control, binacional, y tratar de mejorar las cosas con la asamblea. Hay un punto clave: una asamblea no puede manejar la política exterior de un país. Tiene que haber una política exterior argentina, que no la hay. Cuando fueron a España no sabían lo que iban a decir.
-¿El gobierno aguanta la situación para después de las elecciones?
-Sí. Kirchner no quiere ser el presidente de las pasteras. Pero la realidad lo corre atrás. Botnia funcionará antes de las elecciones. El discurso nacionalista de los dos países es una estupidez increíble.
"Hay gente intocable en ese país"
-¿Qué conclusión sacó de su pasaje por la tevé uruguaya?
-Con el tiempo fue obvio que teníamos razón. Están esperando que me equivoque pero no les voy a dar el gusto. Si digo algo, tengo pruebas. Más allá de eso, hoy Milka Barbato está con problemas judiciales por este tema. Faltaba plata.
-¿Cómo quedó la causa?
-Abrió una causa por este tema y después otra porque yo había dicho que tenía que estar presa. Finalmente, los abogados se pusieron de acuerdo y levantaron todo. Le cobró una plata al canal; no sé cuánto. Quedó todo cerrado.
-¿Qué sintió cuando el programa se levantó?
-No me gustó, fue feo. Me pregunto porqué quise hacer tevé ahí. En Buenos Aires gano 46 veces más. Me seducía el hecho de "abrir una brecha ahí que no se habla nada". No lo hacía por plata. Trataba de hacer periodismo. Cuando me di cuenta que los intocables eran intocables en serio...y sí, fue un bajón. Me parece una vergüenza para la gente. Fue evidente dónde estaba el poder. Más allá que no tenga relación con Tabaré, creo que el gobierno tendría que haber dicho algo por el episodio, que trasciende mi figura. Atañe a la libertad de prensa.
"Uruguay es hipócrita y provinciano"
-Existe un estereotipo de hombre de izquierda: buen tipo, que no le interesa la estética y que no puede tener un buen auto, por ejemplo. ¿Coincide con ese concepto?
-Es cierto, pero no estoy de acuerdo. De todas maneras, uno tiene que medirse en algunas cosas. No se justifica tener un auto que vale 50.000 dólares porque la gente gana 100 dólares. Ahora, eso no quita que tengas un buen auto. En Uruguay vivo algo parecido con la gente que me dice que tengo casa en José Ignacio y está mal. Por más que me va bien me preocupo por los demás.
-¿Cómo ve Uruguay después de su experiencia en la tevé?
-Es una asignatura pendiente. Viajo siempre y espero vivir ahí una vez que me retire. Pero, también lo conocí más y me permito criticarlo. Uruguay me parece más hipócrita y provinciano de lo que pensaba. Lo que pasa es que los uruguayos tienen buena prensa de sí mismos. Se venden bien. Se dice: "ahí viene el uruguayo, progresista, modesto".
-Educado
-Pero después resulta que tiene tres amantes y roba en el trabajo, y nadie dice nada. Igual me siento cerca de Uruguay hasta por razones familiares. Mi bisabuelo era uruguayo. Pero nunca pude laburar bien.