Tanto los Estados Unidos como China y otros países con un fuerte crecimiento económico opinan que este tipo de medidas deben ser globales y, por tanto, consensuadas en el seno de la OACI y que, en cualquier caso, la medida europea impediría el necesario desarrollo de los países más pobres.
Es decir, que la propuesta europea tardará unos cuantos años aún en aplicarse, a pesar de ser muy necesaria, pero es bien cierto que una iniciativa únicamente europea poco puede hacer para revertir el deterioro medioambiental del globo.
Los motores que utilizan combustibles fósiles emiten dióxido de carbono a razón de 3,16 kg por cada kilogramo de queroseno quemado. Mediante avances técnicos podrían reducirse esas emisiones, pero con ello aumentarían los vertidos de dióxido de nitrógeno. Lo que quiere decir que hace falta, de manera urgente, directrices internacionales claras basadas en estudios científicos fiables, para aplicar políticas que sean realmente útiles, y no se queden en medidas cosméticas.
Según los informes más recientes, la contribución del transporte aéreo al calentamiento global se cifra en un 3%, y dado que la aviación es algo consustancial a nuestra civilización hay que ir hacia fórmulas que lo hagan lo más compatible posible con el medio ambiente.
Tanto los fabricantes de aeronaves como los de motores llevan años mejorando sus diseños y haciéndolos más eficientes, valga como ejemplo la comparación entre el MD87 y el Boeing717, ambos transportan el mismo número de pasajeros, ya que el segundo es una versión modernizada del primero, unos 120, y sin embargo el Boeing 717 consume un 26% menos de combustible, por lo que vierte un 26% menos de dióxido de carbono y es más silencioso en una proporción similar.
Sorprende que la propia Unión Europea, que hace una propuesta tan osada como grabar todo el transporte aéreo que opere en su territorio, demuestre para ciertas cosas una colosal ineficiencia. Y nos referimos en concreto al sistema europeo de control aéreo, si es que algo así existe. Me explico, la antigua Comisaria de Transporte de la Unión, la tristemente fallecida Loyola de Palacio, luchó lo indecible por conseguir el "cielo único europeo". Hoy en día esto sigue siendo una quimera que está costando muy caro a los europeos.
Debido a la atomización del control de tráfico aéreo, cada país tiene básicamente control sobre su espacio aéreo de soberanía, el cambio de "frontera" requiere una coordinación y un cambio de ruta o nivel... el año pasado los aviones de transporte europeos realizaron 50 kilómetros más de lo previsto por vuelo, por lo que vertieron a la atmósfera 2,3 millones de toneladas de CO2. Con ese combustible extra un avión podría haber realizado el trayecto Madrid-Barcelona 169.714. Así de gráfica es la ineficiencia del sistema de control europeo.
Las autoridades europeas en vez de hacer proposiciones tan llamativas como ineficaces para un espacio, la atmósfera, que no entiende de fronteras, deberían proponerse aumentar de manera decidida la eficiencia del sistema de transporte aéreo europeo y a continuación trabajar en el campo de la diplomacia para consensuar medidas eficientes, avaladas por estudios científicos validados, de manera que el transporte aéreo del futuro sea compatible con la preservación de la vida en la tierra.
Esperemos que la OACI tome las medidas necesarias en su Asamblea General de septiembre, lo demás, es puro maquillaje.