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Miércoles, 18 Marzo 2009 06:55

La historia del Vuelo 1549 relatada por Gerry McNamara

 Este es un relato de primera mano de un pasajero del vuelo US Airways 1549 (New York/Charlotte), Gerry McNamara, un socio de “Heidrick& Struggles”, una empresa que recluta ejecutivos. Es un memo interno para los funcionarios  de su empresa, pero está muy bien escrito, es descriptivo, muestra las reacciones
 honestas de este hombre frente a los hechos que acontecieron a su alrededor, por lo que vale la pena ser leído.

Este es su relato de los hechos:

El jueves fue un día difícil para todos en la empresa y yo dejé la oficina de Park Avenue temprano en la tarde para tomar un taxi rumbo al aeropuerto de La Guardia.

Tenía reserva para las 17 hs, pero me fue posible conseguir un asiento en un vuelo anterior, que salía a las 15hs. Como muchos de nosotros que viajamos frecuentemente, recuerdo haberme preguntado si estaría en un vuelo en el cual no debiera estar!

Justo antes de embarcar hice una llamada a mi asociada, Jenn Sparks (New York),  y el reclutamiento del CIO de United Airlines. Cuando le conté que estaba por embarcar en un vuelo de US Airlines, bromeamos un poco acerca de eso.
 
Recuerdo subir al avión y ver un hombre canoso en la cabina y pensar ”eso es algo bueno....me gusta ver pelo gris en la cabina “

Estaba sentado en el asiento 8F, del lado de la ventana de estribor y junto a un joven ejecutivo. El vuelo de New York a Charlotte lo debo haber tomado centenares de veces, desde hace años. Despegamos sobre el Bronx y al ascender, giramos al oeste sobre el Río Hudson hacia New Jersey y nos dirigimos al sur.

Yo adoro volar y este plan de vuelo me ofrece una excelente visión de algunos puntos de interés de New York, incluyendo el Yankee Stadium y el Puente George Washington.
 
Había empezado a señalarle lugares de interés al caballero junto a mí cuando oímos un terrible choque, un sonido que nadie jamás desea oír en un vuelo, y los motores chirriaron hasta parar 10 segundos después. Había un fuerte olor a combustible. Yo sabía que aterrizaríamos y pensé que el piloto no dudaría en llevarnos al aeropuerto de Newark. Cuando empezamos a girar hacia el sur noté que el piloto enfilaba hacia el río - aún - pensaba yo - en ruta hacia Newark.

Lo próximo que oímos fue “prepárense para el impacto” - una frase que había oído hace muchos años cuando era Oficial de la Marina, pero nunca antes en un vuelo comercial. Todos nos miramos en estado de shock. Todo sucedió tan rápido que nos sorprendió.

Empezamos a descender rápidamente y entendí: Este es el último vuelo. Hoy moriré. Es el final. Recé mi verso bíblico favorito, La Plegaria del Señor, y pedí a Dios que cuidara de mi esposa, mis hijos, familia y amigos. 

Cuando levanté la mirada  noté que la gente estaba mandando mensajes de texto a sus amigos y familiares.... mandando un último mensaje. Mi blackberry estaba apagado en mi bolsillo... no había tiempo para sacarlo. Nuestro descenso continuaba y yo rezaba pidiendo coraje para controlar mi pánico y ayudar si fuera necesario.

Pronto descubrí que había dos posibilidades, ninguna de las cuales era buena: Podíamos chocar de trompa, capotar y partirnos, dejando pocos sobrevivientes, cuerpos, agua fría, combustible. O podíamos pegar con una de las alas, rodar y capotar con los mismos resultados. Apreté mi cinturón de seguridad tanto como me fue posible, a fin de permanecer intacto.

Cuando estábamos por aterrizar, miré por la ventana y recuerdo ver los edificios de New Jersey, los acantilados de Weehaeken y sus muelles. El agua era verde oscuro y seguramente helada. Las azafatas gritaban al unísono: ¡Prepárense! ¡Prepárense! ¡Prepárense!
 
Fue un impacto  violento - el agua saltó por sobre mi ventanilla - pero flotamos y nos sorprendimos que todos habíamos resultado ilesos.

Hubo algo de pánico - gente saltando sobre asientos y corriendo hacia las puertas, pero pronto logramos calmarlos. Mucha gente tomó roles de liderazgo en pequeñas cosas. Los que estaban sentados cerca de las puertas sobre el ala hicieron un trabajo fantástico:
¡fueron abiertas en un segundo! Todos trabajaron juntos y en grupos ingeniándose en ayudarse unos a otros.

Yo salí por la parte de estribor del avión , 3 o 4 filas detrás de mi asiento a través de una puerta sobre el ala, y supongo que fui la 12ª o 13ª persona en descender. Tomé mi almohadilla del asiento como flotador y una vez afuera noté que fui el único que lo había hecho.... ninguno de nosotros había recordado sacar los chalecos flotadores amarillos de abajo de los asientos.
 
Estábamos parados en 6-8 pulgadas de agua helada. Había dos mujeres sobre el ala, una de las cuales se deslizó hacia el agua. Otro pasajero y yo la levantamos y la hicimos arrodillarse para que no volviera a caerse. Para entonces estábamos empapados y completamente congelados por el viento helado .

Los ferries fueron los primeros en llegar, y aunque no están destinados a rescate, hicieron un trabajo increíble. Yo conozco este río, ya que nadaba en él cuando niño. El Hudson es un estuario, en parte salado y en parte agua dulce, y se mueve con la marea. Yo noté que la marea estaba retirándose porque lentamente nos movíamos hacia Ellis Island, La Estatua de la Libertad y The Battery.

El primer ferry movió su proa hacia la punta del ala, y el primer piloto nos bajó la escalera Jacobs. Subimos a algunas personas a salvo, pero la corriente era fuerte y empujaba la popa del barco hacia la parte inflable y teníamos miedo de que la perforara... debía haber unos 25 pasajeros en ella. Sólo dos o tres lograron abordar el primer ferry antes de que se marchara.
 
Otro ferry llegó y logramos que la mujer que se había caído al agua subiera la escalera, pero ella no podía mover sus piernas y se cayó. Otra vez volvimos a ponerla en  la escalera. Sin embargo, el ferry tuvo que retirarse debido a la fuerte corriente. Un helicóptero llegó (y casi nos vuela a todos del ala) y siguió al ferry con la mujer sobre la escalera. Perdimos de vista la situación, pero supongo que el helicóptero bajó su canasta para rescatarla.

Cuando llegaron más ferries logramos poner  la gente en los botes unos cuantos por vez. El hombre que estaba delante mío se cayó de la escalera al agua. Cuando logramos volver a ponerlo en la escalera no podía mover las piernas para escalar . Yo no podía ayudarle desde mi posición, así que  subí a la cubierta del ferry desde dónde el piloto y yo alzamos la escalera Jacobs con él encima... cuando nos habíamos acercado bastante lo levantamos del cinturón y lo alzamos a la cubierta. Todos estábamos a salvo del ala.
.
No podíamos parar de temblar. Temblor incontrolable. Lo único que tenía conmigo era mi blackberry, que se había mojado y no funcionaba. (Volvió a funcionar unas horas más tarde)

El ferry nos llevó a la terminal de Weehawken en NJ, donde pedí prestado un teléfono y llamé a mi mujer para avisarle que estaba bien. La segunda llamada fue a Jenn. Yo sabía que ella estaría preocupada y podía comunicarse con el resto de la empresa para avisar que estaba OK.
En la terminal los primeros auxilios evaluaron el estado de todos y enviaron a los que lo necesitaban al hospital. Cuando nos retirábamos de Weehawken me acordé de las lecciones de historia y que éste era el sitio del famoso duelo entre Alexander Hamilton y Aaron Burr en 1804. Gracias a Dios que abandoné el lugar en mejores condiciones que el Sr. Hamilton, quién murió de una herida mortal al día siguiente! Me quedé en lo de mi hermana en Long Island esa noche, al día siguiente volé a casa.

Estoy impresionado por lo que fue un verdadero milagro. Si esto hubiera pasado unas horas después, hubiera estado completamente oscuro y hubiera sido mucho más difícil  aterrizar. Los ferries ya no estarían en servicio después de las horas pico,  habría hipotermia, decesos, un verdadero desastre!

Fui testigo de lo mejor de los seres humanos ese día. Yo y todos los que estábamos en ese avión sobrevivimos y tuvimos una segunda oportunidad. Me llamó la atención que en nuestro trabajo siempre buscamos la excelencia para resolver los problemas de liderazgo de nuestros clientes. Hablamos con nuestros clientes todo el tiempo acerca de la importancia de la experiencia y la habilidad de ejecutar La experiencia fue el gran factor en el vuelo 1549, ya que nuestro piloto era un dedicado, entrenado y experimentado profesional que ejecutó impecablemente cuando debió hacerlo.

He recibido muchísimos emails de la empresa y estoy sumamente agradecido por la preocupación y el interés. Todos volamos bastante seguido o estamos en contacto con alguien que lo hace, por lo que quise compartir mi historia - la historia de un milagro. Estoy agradecido por estar aquí y poder contar el cuento.

Hay mucho para aprender, incluyendo:
¿porqué me pasó esto a mí?
¿porqué sobreviví y qué se supone que haga con este regalo?
Las respuestas a estas interrogantes me llegarán con el tiempo, pero ya siento que soy más paciente, que perdono más, que critico y juzgo menos.

Por el momento, tengo 4 lecciones que deseo compartir:

1. Aprecia tu familia como nunca antes y haz todo lo posible por cumplir tus promesas.

2. Agradece todo lo que tienes y no te preocupes por lo que no tienes.

3. Manténte en forma. Nunca se sabe cuándo tendrás que salvar tu propia vida, o ayudar       a otros a salvar la suya.    

4. Cuando vueles, usa ropa práctica. Nunca sabrás cuando termines en una emergencia o en un ala helada en chancletas y pijama y completamente inservible para tí o para otros.

Y quisiera agregar: ¡Vuela con pilotos canosos!
 
fuente: http://www.rumormillnews.com/cgi-bin/forum.cgi?noframes;read=140532
Traducción: Silvia Zucker