Escrito cuando tenía 26 años, anticipaba cómo sería cada paso de su carrera en Petrobras, marcando incluso los años en que conseguiría cada ascenso. Sólo una cosa no resultó tal como lo había pensado. En el papel nunca escribió que alguna vez llegaría a la presidencia de Petrobras Distribuidora, la operadora de las populares gasolineras BR, la mayor comercializadora de combustibles en el país.
Hija de un vendedor y de una empleada doméstica, a quien considera su principal inspiración, Graça Foster comenzó a trabajar con 10 años para ayudar a su familia. Y no paró más. El día más feliz de mi carrera fue en 2000, cuando recibí una tarjeta del presidente [entonces Henri Philipe Reischstul], que decía que reunía todas las virtudes para asumir el cargo máximo del área de ingeniería de Petrobras, cuenta. Cotejó el viejo papel en su billetera y confirmó que había cumplido su meta en 20 años, cuando lo normal sería en 25. Cerré un ciclo, dice la carioca de 51 años y que hoy es la más poderosa mujer a cargo de un negocio en América Latina.
Quienes la conocen de cerca dicen que la determinación es su marca más reconocida. Ella tiene una obsesión con el plan estratégico de la empresa y con el corte de costos; quiere que la empresa sea robusta, darle musculatura, comenta un funcionario. Es trabajólica y controladora, dice otro. Nada que la primera mujer que preside una de las empresas del sistema Petrobras no reconozca. Trabajo una vez por semana, dice la ejecutiva. Comienzo el lunes en la mañana y termino el viernes en la noche.
Su obsesión por proyectos y plazos puede confirmarse en la implantación de un audaz plan de distribución de biodiésel, que ella ejecutó a lo largo del país en prácticamente un año. A partir de julio, las 5.000 gasolineras BR y los 3.350 grandes clientes de la empresa recibirán el biodiésel B2, que mezcla 2% de aceite vegetal al diésel convencional, anticipándose en cerca de seis meses al plazo determinado por la Agencia Nacional del Petróleo (ANP), considerado difícil.
Ella implantó la distribución de biodiésel en todos los puestos de Petrobras en un tiempo récord, dice Univaldo Vedana, consultor del sitio web BiodieselBR y responsable por la primera fábrica de biodiésel del país. Es un trabajo que involucró inversiones [US$ 17 millones], pero principalmente mucha dedicación de su parte. Por eso, los pocos que la conocen la llaman la Dama del Biodiésel o la Dama de la Distribución del Biodiésel. Sí, pues a pesar de su elogiado desempeño Graça es muy discreta, da sólo entrevistas técnicas y raramente se expone, lo que ha hecho que pase inadvertida incluso entre quienes estudian perfiles de mujeres exitosas.
Es ella quien está volviendo realidad el biodiésel en la matriz energética brasileña, dice un funcionario de la minera Vale do Rio Doce, empresa que se convirtió en la mayor consumidora brasileña de biodiésel al cerrar en enero un contrato con BR para consumir 33.000 metros cúbicos de B20 (20% de biodiésel y 80% de diésel común) en sus locomotoras. El negocio, que envuelve más de US$ 5.000 millones en cinco años, reducirá en 224.000 toneladas la emisión de gas carbónico, equivalente a la reforestación de un área equivalente a 369 Maracanás, según cálculos de la propia Foster, que trabaja muy cerca del estadio.
Y el biodiésel, claro, es uno de los temas que más la apasionan, lectura incluso de fin de semana. De su cabeza salieron algunos de los proyectos de biodiésel del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, tan celebrados internacionalmente, y desarrollados cuando era secretaria de Petróleo, Gas Natural y Combustibles Renovables del Ministerio de Minas y Energía (2003-2005), en Brasília. Ella es una mujer muy inteligente y creativa, muy articulada y extremamente alineada con la ministra Dilma Roussef [ex ministra de energía y actual brazo derecho de Lula], dice David Fleischer, politólogo de la Universidad de Brasília (UnB), para quien esas cualidades explican su permanencia en un cargo muy disputado por políticos oficialistas y aliados.
Graça fue sondeada para presidir el área de Gas de Petrobras, pero el éxito de su gestión en la BR, su afinación con Roussef, su perfil técnico y la admiración que le tiene el presidente de Petrobras, Sergio Gabrielli, han contribuido para su permanencia en ese puesto. Soy un soldado del presidente Lula, habría dicho cuando se voceó la posibilidad de su salida, una frase que les puso los pelos de punta a los dirigentes del Sindicato de Trabajadores en el Comercio de Minerales y Derivados de Petróleo (Sitramico), que llegaron a mandarle una carta a Lula pidiéndole que la dejara en el cargo.
Sérgio Vieira, presidente de Sitramico, cuenta que por primera vez en los 36 años de la empresa tienen un canal abierto con la presidencia y que Graça recibe sindicalistas de todo el país por lo menos una vez por mes, tratando de atender todas las reivindicaciones. Graça, a propósito, se enorgullece de haber apoyado todas las huelgas de la empresa, cuando no ocupaba el cargo máximo. Ella hizo una revolución dentro de la empresa y acabó con una frase que era popular sobre los presidentes de BR, que decía que siempre tenían mucha iniciativa y poca acabativa, cuenta Vieira. Pero ella es dinámica y determinada, es una persona de personalidad fuerte, que busca objetivos, y que le ha impuesto a la empresa un ritmo de compañía privada.
En apenas un año de gestión, la ejecutiva realizó una reestructuración administrativa, y de 14 gerentes directos, pasó a tener apenas 4, con los que se reúne constantemente y con quienes define y cobra metas. Ya de las 34 gerencias quedaron 24, volviendo a la empresa más ágil. Al contrario de las otras empresas de Petrobras, BR es la única que nunca tuvo monopolio, tiene que competir y en un mercado muy difícil, explica la ejecutiva.
Petrobras tiene casi 40% del mercado de gasolineras, pero existen por lo menos 170 marcas en operación en el país, entre ellas, las que comercializan combustible adulterado y hasta clones, que usan marcas parecidas y los mismos colores, como el 13R, que de lejos parece BR. Es un mercado muy competitivo, que trabaja con volúmenes muy altos y márgenes muy comprimidos, dice Graça, feliz con su opción por la carrera. Porque a pesar del orgullo de sus dos hijos y de un matrimonio de 22 años, a Graça la emocionan las cosas del trabajo, como las lágrimas que se le escaparon cuando el gas de Bolivia llegó a Rio Grande do Sul. Fue muy emocionante imaginarse una molécula viajando desde tan lejos, ilustra. La familia ya se acostumbró y no tiene más celos del trabajo. Sólo Amin, un gato persa blanco de seis años, consigue quitarle los ojos del laptop.
por Verónica Goyzueta
São Paulo
para América Economía