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Viernes, 24 Agosto 2007 05:25

Nostalgias

 por Sergio Antonio Herrera

 

MVD 24 AGO 07 PDU

Cada año, cuando llega un nuevo 24 de agosto, el día previo al feriado por la Declaratoria de la Independencia, aquel lejano 25 de agosto de 1825, en Uruguay, festejamos la noche de la nostalgia.

El próximo año cumpliremos tres décadas de esta costumbre, iniciada en los setentas.

 

La generación de los cincuentones, veinteañeros de aquel entonces, rendimos culto a la música de aquella época y a través de sus pentagramas, salimos a "romper la noche", ante la mirada compasiva de nuestros hijos  que, no saben, o aún no admitieron, que dentro de unos pocos años, comenzará, su "propia nostalgia".

 

Nunca pudimos diferenciar con propiedad a los Beatles de los Sheikers; ni a Soda Stéreo de Sui Géneris. No se rían, así de duro es nuestro oído y así de pobre, nuestra cultura musical. Por eso, por respeto a los que saben, no hablaremos nada de temas, ni conjuntos, ni solistas.

 

Pero, la nostalgia nos asalta por el lado del recuerdo de aquella época y es lo que hoy, queremos rememorar, si están de acuerdo, rebobinar, entrar en el túnel del tiempo y aterrizar, así, de improviso, en el Montevideo de comienzos de esos inolvidables setentas.

 

Nos vemos dentro de pantalones oxford con botamangas y sin bolsillos, mocasines, remera del cocodrilo y el cabello largo, por los hombros, una mañana de sábado en el Mercado del Puerto, planeando la salida de esa noche con amigos, con medio y medio en Roldós o con la jarrita de rosado en la planchita del lado de Piedras, con un chorizo de rueda y medio morrón.

 

Te llamo o me llamás, nada de celulares ni msn´s y marcábamos el encuentro para "empezar",por ejemplo, en Papito, en 18 y Río Negro. ¿La hora?, a las nueve o nueve y media, cosa de tomar algo allí, charlar un poco y llegar a la "boite" de Pocitos o Carrasco, diez y media, once.

 

Allí llegábamos, la mayoría en ómnibus o en taxi, a encontrarnos con "el que tenía auto", generalmente grande, enorme y que se encargaba de llevar, dos y hasta tres parejas más de la que conformaba con su "filito" del momento.

 

Nada de championes ni jeans; traje con chaleco y corbata, a lo sumo, un ambo, pero corbata, obligatoria y los zapatos lustrados. Ellas, pollera larga o hot pants con botas altas, el pelo largo lacio y vinchas anchas...

 

Ya se estilaba la consumición mínima pero, no era de estilo escatimar el alcohol. Se tomaba lo que exigiera la sed.

 

Rubios americanos y encendedores Ronson a gas.

 

Esas noches transcurrían por ejemplo en la familiar Sukata o en la paqueta Zum Zum; en la super onda del Mar de la Tranquilidad o en Lancellot o en la  diminuta Dominique o la moderna Tom Tom Metek.

 

Y esas noches, las velas ardían, para la mayoría, hasta las 2, hasta las 3...

 

Es que había que cumplir otras etapas, después desayunar de a dos, antes de volver a casa y tranquilizar a la vieja, posibilitando que cierre el otro ojo, el que por nosotros, aguantaba la vela.

 

Hace unos años intentamos sacar una cuenta aproximada, de lo que costaba una jornada como la relatada; desistimos.

 

Afortunadamente, la generación que integramos, siente nostalgias alegres...¿lo habían pensado?

 

Recordar esa época, trae bienestar al alma.¿Qué están tocando?...