Uno de ellos aprovecha la ocasión y solicita al mandatario fondos para un proyecto de su municipio. Frente a las cámaras, el mandatario llama por teléfono al primer ministro y al ministro de Agricultura para lograr que el proyecto se concrete. Pero cuando llama al ministro de Economía y Finanzas, Luis Carranza, quien debía aprobar los fondos, la gestión telefónica sufre un vuelco inesperado. ¿Qué no se puede? ¿Qué no es legal?, se le oyó decir al mandatario a su interlocutor. Al parecer no se puede, tuvo luego que explicar a los alcaldes y al país que lo miraba por la TV.
Ese diálogo telefónico sintetiza la relación que ha tenido Alan García con Carranza. El presidente, que protagonizó en los 80 uno de los gobiernos más desastrosos de América Latina por una gestión económica con un descontrolado gasto público y una histórica inflación, ha tenido en su jefe económico la principal garantía para que tal escenario no se repita.
No ha sido fácil para este ex alto ejecutivo del BBVA y ex mano derecha del ex ministro de Economía Pedro Pablo Kuczynski. No sólo porque García sigue siendo un amante de los aplausos y las encuestas, lo que asusta a quienes no están convencidos de que esté curado de sus súbitos ataques de populismo. También porque con los ingresos récord que ha tenido Perú gracias al boom económico de los últimos años (que ha mantenido una estable tasa de crecimiento sobre el 7,5%) y que ha generado ingresos inéditos a las arcas fiscales, Carranza se ha ganado la merecida fama de ser el aguafiestas que dice no a los proyectos de gobierno. Tenemos los problemas que enfrenta cualquier industria con rápido crecimiento en su demanda que no puede tener la capacidad de respuesta en el corto plazo, dice Carranza. Tenemos un cuello de botella para ejecutar los proyectos: por ejemplo, no tenemos el personal técnico capacitado para evaluarlos.
Pese a ello, el ministro no ha querido flexibilizar las normas que rigen al Sistema Nacional de Inversiones Públicas (SNIP) y que exigen altos requerimientos técnicos a las obras de inversión pública. El tema ha sido un eje de división en el gabinete de García y que llegó a su clímax cuando Carranza amenazó con renunciar si es que se llevaba a cabo una decisión que el Consejo de Ministros había tomado en su ausencia y que declaraba en emergencia los proyectos de inversión de las regiones y los municipios. La norma del SNIP se flexibilizó, es cierto, pero no en las condiciones acordadas inicialmente. La apuesta de Carranza no está por reducir el gasto, sino por mejorar la calidad del gasto, dice Marco Ruiz, economista de Apoyo Consultoría.
Y es que el ministro no es el hombre ortodoxo que muchos creen. Mucho de pragmatismo corre por sus venas. Carranza no es un neoliberal como se quiere creer, lo que se demuestra porque se sigue inflando el gasto corriente el gasto público total ya es un tercio del PIB y se ha inflado el tamaño del Estado, dice el economista peruano Carlos Adrianzen, director de la Escuela de Economía de la Universidad San Martín de Porres. Carranza calza más bien dentro de lo que se conoce como una izquierda moderna, aunque muchos no lo quieran decir.
De hecho, el presupuesto para 2008 es expansionista: apostará a mantener el superávit fiscal en torno al 2% y tendrá una recomposición de la estructura del gasto, con un 30% de alza en la inversión pública. Sin embargo, lo más interesante en el presupuesto son los nuevos criterios de asignación. Vamos a ir dejando de lado el concepto de presupuesto inercial en el que el dinero se asignaba a cada programa dependiendo de lo que se había asignado el año anterior más un porcentaje de aumento, dice Carranza. Ahora el plan es identificar a los responsables del gasto en las distintas líneas, asignarles un presupuesto y verificar si es que cumplieron los objetivos, en un proceso de evaluación que será liderado por las universidades. Es una revolución silenciosa porque apunta de lleno a la eficiencia del gasto público, dice. Aunque sólo una pequeña porción del gasto de 2008 se regirá por esa norma, la idea es que vaya creciendo.
fuente: América Economía