
por Luis Fajardo
BBC Mundo, enviado especial a Lima
El balance de la Cumbre de jefes de Gobierno y de Estado de América
Latina, el Caribe y la Unión Europea cumplió ampliamente las
expectativas de sus anfitriones peruanos.
Este sábado en Lima se celebraron algunas reuniones finales entre mandatarios de la región, luego de la clausura oficial del evento, que había tenido lugar el viernes en la noche.
Los organizadores se congratularon por una reunión diplomática que avanzó de acuerdo al libreto, sin incidentes que distrajeran la atención dentro o fuera del recinto del Museo de la Nación, donde se cumplieron las sesiones de la Cumbre.
En las calles de Lima, un contingente de decenas de miles de policías aseguró que no se presentaran disturbios ni incidentes de amenaza a la seguridad del evento.
Y en la Cumbre misma, un régimen férreo de reuniones a puerta cerrada evitó que las distintas rencillas bilaterales entre muchas de las naciones participantes fueran aireadas en público, distrayendo del objetivo principal de discutir estrategias contra la pobreza y el deterioro ambiental.
La declaración de Lima
Muchas veces se critica a las cumbres presidenciales de ser escenarios de promesas retóricas y vacías.
La Comisaria de la Unión Europea para las Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, le insistió a BBC Mundo que "las cumbres no son sólo para hablar".
La alta funcionaria dijo que cumbres como la de Lima jugaban un papel esencial en plantear la estrategia que después se vería concretada en proyectos específicos.
Un régimen de reuniones a puerta cerrada evitó las rencillas bilaterales en público.
En este caso, la estrategia quedó planteada en la llamada Declaración de Lima, que comprometió a los países de la región en una serie de objetivos concretos de lucha contra la pobreza durante la siguiente década.
Las naciones firmantes se comprometieron a alcanzar metas para 2020 que incluyen erradicar la desnutrición y prevenir la malnutrición infantil, universalizar la atención de salud a las madres gestantes, garantizar el acceso universal a la educación pre-escolar y al agua potable y mejorar las condiciones de vivienda de los grupos más vulnerables.
No se establecieron, sin embargo, mecanismos precisos para financiar estos objetivos.
Sin embargo, en su discurso de clausura de la cumbre, el presidente peruano Alan García propuso que una de las formas con que podrían concretarse los recursos sería mediante la condonación de deuda por parte de las naciones acreedoras a los países pobres de la región, a cambio de redirigir esa inversión hacia el cumplimiento de metas sociales.
Los presidentes también expresaron en la Declaración de Lima su preocupación por el deterioro ambiental y el alza en el precio de los alimentos mundiales, entre otros temas.
¿Hacia un TLC?
Del mismo modo, la declaración suscrita anunció esfuerzos para concretar vínculos comerciales más fuertes entre la Comunidad Andina y la Unión Europea (UE).
Durante la cumbre se evidenciaron posiciones contrastantes sobre ese tema entre los mismos países andinos.
Perú y Colombia anunciaban que les interesaba profundizar los acuerdos comerciales con la UE, los que podrían llegar a un tratado de libre comercio, mientras que Bolivia y Ecuador no ocultaron su deseo de ir más despacio.
El sábado se cumplió una reunión sobre el tema entre mandatarios andinos y altos funcionarios de la Unión Europea, a la que asistieron tanto el presidente ecuatoriano Rafael Correa como su homólogo colombiano Álvaro Uribe.
Y pese al glacial estado de las relaciones políticas entre ambos países, parece haberse avanzado en la armonización de las posiciones de la Comunidad Andina frente a la negociación de eventuales acuerdos con la Unión Europea.
La fórmula que parece abrirse paso es la de una "flexibilización", en la que Perú y Colombia avanzarían a un ritmo distinto de Ecuador y Bolivia en la búsqueda de más integración comercial con Europa.
¿Cumbre "normal"?
Finalmente, entre los organizadores del evento parecía clara su satisfacción con el hecho de haber evitado los incidentes políticos que acapararon la atención de cumbres pasadas como la de Santiago en noviembre de 2007.
Es posible que las drásticas limitaciones de acceso a la prensa ayudasen a que los mandatarios se centraran en discutir los temas "técnicos" de la agenda, en vez de entrar en acaloradas controversias políticas.
Sea cual fuere la razón, la cumbre de Lima marcó un retorno a los tradicionalmente discretos encuentros diplomáticos, en vez de los despliegues de espectáculo político que se habían observado en las reuniones recientes.
Ni siquiera la llamada Cumbre Alternativa, o Cumbre de los Pueblos, que tenía lugar paralelamente en un campus universitario limeño, consiguió distraer de manera sustancial la atención pública.
Al acto público de clausura, el viernes por la noche, asistió el presidente boliviano Evo Morales, quien acompañó a dirigentes sociales y políticos de izquierda en un mitín al aire libre en una plaza limeña.
Pero no llegó el invitado más esperado, el mandatario venezolano Hugo Chávez, quien optó por la discreción ante los micrófonos.
La próxima cumbre tendrá lugar en España, en el año 2010.