Construida por el ingeniero Gustave Eiffel con motivo de la Exposición Universal de 1889, el gigante de metal provocó, en un principio, el enojo de los parisinos conservadores que no vieron con buenos ojos que esa torre se alzara allí cerca del Río Sena y a un extremo del Campo de Marte.
Por supuesto que jamás imaginaron que esa construcción se convertiría en un emblema no sólo de la
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Pues hoy, 120 años después de su construcción, esta obra de 324 metros de altura ofrece una visual increíble de París, un mirador espectacular y un restaurante sumamente romántico. Además, por las noches se la ilumina dándole un aspecto más brillante e, incluso, en ocasiones particulares esas luces toman colores adaptados a diferentes acontecimientos de importancia.
Nacida para una exposición y destinada a desarmarse con la finalización de esta, la Torre logró sobrevivir y llegar a cumplir, nada más y nada menos, que 120 de gloria. Logró convertirse en símbolo, ícono, emblema.
En tanto, el festejo de este cumpleaños no será con grandes fiestas, sino de una manera simple y efectiva: con una gran exposición y renovando su pintura por decimonovena vez en su historia, en esta oportunidad, de color bronce.
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