Como soy bien pensado e intencionado, supuse además que dirigiendo el espacio que generó el Programa de Gobierno del Encuentro Progresista- tendría a su disposición no sólo a buena parte de la inteligencia local sino también algo muy sólido y pensado para hacer. Esto es: con tres meses para armar el equipo y todo el viento a favor parlamentario, con sólo aplicar el proclamado ternario ...primero idoneidad para la tarea, segundo honestidad y sólo por último pertenencia partidaria, rápidamente se rodearía de la flor y nata del pensamiento y la acción del Sector.
Si las cosas hubieran sido como deben ser, la Dirección Técnica del Ministerio no hubiera estado vacante a su llegada, ni -probablemente- hubiera sido necesario sustiruir a quien la ocupara (la continuidad da sentido a la existencia de ese cargo); sino que sería esa persona quien desde el momento en que se conocieran la designación- impusiera al nuevo Ministro (y progresivamente a su equipo) acerca del estado de avance de los diversos programas ad hoc, fruto cada uno de la puesta en funcionamiento de los lineamientos estratégicos definidos en la Política de Turismo, que a nadie cabe duda- debe ser lo que se denomina una Política de Estado.
No es responsabilidad del Dr. Lescano que desde la primera vez que se llenó el cargo se haya ignorado el carácter técnico de esa Dirección, confiándola una y otra vez a personas de confianza personal y/o política del mandante de turno; ni que las sucesivas Administraciones hayan ignorado olímpicamente su responsabilidad respecto de la fijación de esa Política. Todos tuvieron el material básico en las manos, todos lo ignoraron, y se dedicaron a darle la razón al ex Senador Millor cuando rechazó el cargo porque no quería hacerse cargo del Ministerio fiestero (sic).
Pues bien: ahí termina la no responsabilidad del Dr. Lescano. Teniendo sus propios planes e ideas (sinceramente desconozco su contenido pero no podía agraviar al Encuentro Progresista sospechando lo contrario del Programa) lo único razonable en marzo de 2005 era pensar que -efectivamente- existían una idea y una planificación, que -una vez formado el equipo- a cada uno se le diría qué hacer, se delegaría la supervisión de la aplicación de los planes en la Dirección Técnica, y -como dice Serrat- cada uno a lo que hay que hacer.
Si eso hubiera sido así, desde el primer día de su Administración habría podido el Dr. Lescano dedicar sus esfuerzos personales a convencer al señor Presidente, a los Legisladores, a sus pares del Gabinete, a los Directores de Bancos y empresas del Estado, etc. etc, acerca de la conveniencia de empezar a reconocer la verdadera trascendencia no sólo económica sino social del Turismo para nuestro país, y de dotarlo de la Legislación y los incentivos que merece; por ir nombrando algunas de esas funciones que digo más arriba debe cumplir centralmente quien dirija el Turismo desde el Edificio Santos.
Graso error el suyo, Don Carlos, diría Minguito. Mucha buena voluntad y transpiración, pero poca inspiración, mucha improvisación y desconocimiento de los rudimentos de la actividad, escasa profesionalidad y rigor técnico, una mística que deja que desear entre los funcionarios del Ministerio. Y resultados acordes.
No nos extraña que el Dr. Lescano, por quien seguimos conservando un respeto personal muy grande, y a quien nos siguen uniendo las razones que nos permitieron intercambiar con él mails cuyas primeras palabras son estimado amigo, sienta que las críticas volcadas en las columnas del Portal son duras. Duras tal vez, pero de ningún modo excesivas. Ninguna ha sido realizada con sesgo partidario, mala fe, ensañamiento, falta de sustento teórico o razonabilidad, ni tampoco de estilo. El problema es que -en un medio donde no se conoce el soplido- estornudo es huracán.
Yendo a la entrevista en sí, por hoy, me quedo con la primera dupla pregunta respuesta.
Señala el Ministro que no fue su intención ser excesivamente positivo al declarar. Buen pavimento, según un viejo dicho dicho popular. Pero aún atruenan mis Trompas de Eustaquio sus declaraciones en Radio y TV, donde -palabra más, palabra menos- señaló que los puentes bloqueados son una cosa horrible, pero que la temporada es estupenda (sic) y si hubieran venido más turistas no había dónde meterlos.
Esto último es tan verdadero para cierta parte de la gastronomía y hotelería como falso para todo el sector inmobiliario, que en Punta del Este tiene 9 veces más oferta que ésta (en el resto de Maldonado, en Rocha y Canelones es mayor la desproporción) y vendió un 20 a 30% menos que el mal año pasado; en tanto según cifras publicadas, la hotelería del Este mantuvo un 85% de ocupación promedio, cuando lo natural en el período evaluado el 21 de enero sería la indeseble pero deliciosa sobreventa, con todos sus problemas colaterales.
Si -como dice el Ministro- todos esperaban un resultado más magro, es peor la enmienda que el soneto. ¿Esperaban menos argentinos aún (en ese período neurálgico faltó uno de cada 4 medido sobre 2005), y todo lo que se hizo en ese mercado fue lo de siempre más decirles que se pueden llevar U$S 40 por cada auto si hacen bien los trámites?
Decir que las declaraciones del Ministro y la Cámara aparecen como excesivamente positivas es casi una delicadeza, y voy a seguir tratando de demostrarlo. Serena, respetuosamente y con contundencia argumental, como siempre intentamos hacerlo.
La temporada numéricamente, está bien, y la Costa está llena... de uruguayos. Los números de la primera quincena de Rocha daban un 66% de orientales, y -lamentablemente- no hay otras cifras serias que leer, publicar ni analizar.
Una temporada así da satisfacción a las necesidades políticas y legítimamente recaudadoras de las Intendencias, de los empresarios y trabajadores del Sector, y últimamente de la DGI, pero dista de ser estupenda desde el punto de vista del ingreso de divisas y del Producto Bruto generado; ya que los turistas locales no las aportan, y sólo trasladan su consumo. O sea que, lo que celebran los prestadores de servicios esteños, lo lloran los de Montevideo y demás mercados emisores internos como Salto, Paysandú, Rivera, etc.
Dos salvedades, para ser fieles a nuestro rigor técnico y sentido de justicia: en vacaciones hay una tendencia a un gasto superior en recreación y salidas a comer, y los uruguayos que se alojan en hoteles suman ese al Producto por esa vía.
El Ministerio es nuestro representante en el Poder Ejecutivo, y esto es para todo el país. Es simpático (y es probable que políticamente correcto, aunque de eso no hablo porque no sé) alegrarse con la obvia satisfacción de los beneficiados; pero el aporte del Turismo internacional es desde hace décadas fundamental para colaborar al equilibrio de la Balanza de Pagos.
Si fueron excesivamente positivas las declaraciones o excesivamente duras las críticas, sólo las cifras de Migración y del Banco Central lo dirán.
Y lo harán.