El último 24, ese día tan especial para los uruguayos, desde hace más de treinta años, decidimos pasarlo en el Argentino Hotel de Piriápolis y sumarnos a la programación que la Gerencia de Eventos, a cargo de Richard Blanco había previsto.

Sin dejar de tener en cuenta los detalles que hacen muy especial cualquier estadía en el Palacio de Piria, como el excelente servicio de habitaciones, el gastronómico y el del Centro Termal Marino, ese día, tenía un agregado para nosotros: podíamos disfrutar la noche especial y al terminar, caminar unos metros hacia la habitación, sin riesgos y sin estrés.

Para empezar, el programa tenía inicio marcado a una hora normal, la cena hasta las 23 horas y luego, la fiesta.

La gente vestida normalmente, reitero: normalmente; nada de championes ni camisetas, normalmente. Tampoco la ridiculez de antaño que nos obligaba a ir de corbata.

En La Fontana, el lugar que otrora se utilizaba como pista de patinaje, estaba todo acondicionado con mesas, pantallas gigantes y excelente audio. Como es norma de la casa, el grupo Canela haciendo las delicias del público y la atracción nostálgica: la cantante Tormenta.

Sin ningún lugar a dudas, esta última, fue la mejor noche de la nostalgia en la que estuvimos.

El aire limpio y puro de esta época sin tabaco (fumé "solamente" 45 años...), el ambiente amigable casi familiar, a pesar que había gente de todos lados, daban un marco muy disfrutable para bailar al ritmo de los oldies y gozar con temas de los grupos favoritos de "nuestra época", inmortales grupos.

Cuando "La Turca" Tormenta subió al escenario, vimos a una dama del espectáculo, cantando hasta mejor que aquella flaca "hipilla" y "Chico de mi barrio" nos sonó como nunca.

Desde esta nota, solicitamos a nuestros amigos del Argentino Hotel, nos hagan llegar el contenido audiovisual generado por los buenos amigos de CINUR para subirlo a nuestro sitio Portal de América TV; contrariamente a lo que pueda suponerse, no lo hacemos para cumplir con ningún requerimiento publicitario o contractual, no, lo hacemos porque estamos convencidos que sería un gran ejemplo a imitar; sería un lindo espejo para que se pudieran mirar, los cultores modernosos de la estupidización colectiva que noche a noche, flagela a nuestra juventud sin que lo note, estupidización colectiva que envuelve a los chicos en el mundo del revés y los devuelve malheridos, aunque ellos crean lo contrario.

Estoy muy lejos de caer en la estupidización adulta de promover "que todo tiempo pasado fue mejor", pero, expreso de esta forma mi protesta, mi advertencia, mi consejo, en definitiva, mi mensaje: es posible divertirse, disfrutar, hasta "tomarse alguna de más", pero con buen gusto, con carpeta y al día siguiente, rememorar la experiencia con una sonrisa en los labios, aunque se nos tilde de antiguos.

SAH